La semana pasada, ante la requisitoria de los diputados, el jefe de Gabinete, Guillermo Franco, tuvo que aclarar que Caputo responde como “consultor II” bajo la órbita de la Secretaría General que comanda Karina Milei, informó también que cobraría poco más de $2,5 millones y que entre sus tareas estarían las de “liderar proyectos de consultoría en el campo profesional específico; planificar y ejecutar actividades de consultoría en un campo profesional especializado; armar propuestas estratégicas con contenido teórico y práctico para la obtención de resultados; armar un plan de trabajo que contenga entregables para la consecución exitosa del objetivo”. También se le atribuyó el diseño de indicadores “para la medición de avances del proyecto; coordinar y dirigir el diagnóstico y la puesta en marcha de la implementación; asesorar en temáticas de su especialidad y generar mecanismos de transferencia de conocimiento”.
Más allá del circunloquio, oficialmente el sobrino del ministro de Economía se ocupa de la estrategia comunicacional del Gobierno y bastante más, con un poderío tal que hay quienes aseguran que tiene “más gente a su cargo que el jefe de Gabinete”. Contra la austeridad de colaboradores de aquel, se opondría el despilfarro de este para llenar la administración pública de amigos, conocidos y benefactores.
Fue Caputo, por ejemplo, quien puso al frente de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) a Sergio Darío Neiffert, un técnico mecánico y exfuncionario de Malvinas Argentinas; o a Sebastián Amerio como representante del Poder Ejecutivo en el Consejo de la Magistratura o a Guillermo Carat -su socio en la consultora política Move Gruop-, en YPF. Pero también fue el que le ofreció un cargo en la Corte a Manuel García-Mansilla, según admitió el propio candidato al máximo órgano de Justicia.
A Caputo, el asesor predilecto del Presidente, se le adjudica también el manejo de un “ejército de trolls libertarios” para defender al Gobierno en las redes sociales. Sobre todo en X (antes Twitter), donde La Libertad Avanza más construye sentido y adonde al joven se le han atribuido distintas cuentas, incluso algunas que luego le fueron cerradas.
El nombre de Caputo se instaló con fuerza en el Círculo Rojo en los últimos meses, en especial desde el 27 de mayo, cuando Milei le pidió la renuncia a Nicolás Posse como jefe de Gabinete y entonces la mesa presidencial, que ya era chica, se redujo todavía más: solo lo integran el mandatario, su hermana Karina y el propio Caputo. A partir de allí, el rol del joven asesor se acrecentó: del manejo de la comunicación y de las encuestas pasó a involucrarse en el Congreso -durante la discusión de la Ley Bases-, a moldear a su antojo distintos estamentos del Estado y, por último, a desembarcar en la SIDE a través del mencionado Neiffert.
El estratega volvió a dar cuenta de su poderío la última semana. Cuando, después de que Francos accediera a rever el decreto que limita el acceso a la información pública, Caputo lo desdijera puertas adentro y obligara al vocero presidencial a aclarar oficialmente que el Gobierno no daría marcha atrás, según había sugerido el jefe de Gabinete.
