El campo se queda sin rentabilidad por el dólar barato y los impuestos
Lunes 04 de Agosto de 2025
Nº de Edición 1312

COYUNTURA COMPLICADA

El campo se queda sin rentabilidad por el dólar barato y los impuestos

15 12 2024 | El agro argentino enfrenta una campaña con precios bajos de sus principales cultivos, el pago de una maraña de tributos nacionales, provinciales y municipales y el tipo de cambio que no favorece a los exportadores

Por: Redacción

El sector agropecuario argentino enfrenta un panorama preocupante ahora y hacia 2025, marcado por una fuerte caída de la rentabilidad, derivada de los precios internacionales de commodities bajos, una competitividad erosionada por el dólar bajo, las altas retenciones y un contexto económico que sigue afectando las ganancias de los productores. A pesar de la reciente recuperación que significaron las lluvias en zonas importantes para los cultivos más significativos, que ofrecieron algo de alivio y mejores perspectivas en medio de la incertidumbre, la realidad sigue siendo compleja, con expectativas de bajos márgenes de rentabilidad.

Las retenciones, uno de los puntos más discutidos y polémicos, continúan siendo un tema central en el debate sobre el futuro del campo argentino. En un escenario de precios internacionales deprimidos, los productores enfrentan un mercado aún más difícil de surfear, pues la carga impositiva es cada vez más asfixiante. Esta situación reduce drásticamente la competitividad, poniendo a los productores al borde de la rentabilidad.

La medición de septiembre pasado realizada por la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de la Argentina (FADA) marca una participación de los impuestos sobre la renta agrícola del 61,5% para el promedio ponderado de los cultivos de soja, maíz, trigo y girasol. Es decir, que de cada $100 de renta (valor de la producción menos costos) que genera una hectárea agrícola, $61,50 es lo que representan los distintos impuestos nacionales, provinciales y tasas municipales.

Mientras que el promedio ponderado de cultivos a nivel nacional es de 61,5%, la participación del Estado en soja es del 65,6%, maíz 56,6%, trigo 54,4% y girasol 56,6%.

Pablo Clemente Ginestet, productor de Henderson y secretario de CARBAP (Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa), describió la situación explicándole a este diario, lo crítico del contexto. “La realidad hoy marca que tanto trigo, maíz o soja, son cultivos que en campos arrendados prácticamente ninguno es rentable. Obviamente todo dependiendo de los rendimientos y demás, pero, y sobre todo, cuanto más te alejas de los puertos, peor es esa rentabilidad”, dijo.

Según el Instituto de Comercio y Política Económica del Sur (ICOPESA), la competitividad efectiva del sector agroexportador cayó un 46,3% hasta septiembre en comparación con diciembre del año pasado, y proyectan que llegaría al 56% en todo 2024. La revaluación del peso ha sido una de las causas que más ha afectado esta caída, impactando directamente sobre la rentabilidad de los productores.

El impacto de las bajas en los precios internacionales de los commodities, que se encuentran en los niveles más bajos de los últimos cinco años, se ve multiplicado por el peso de los derechos de exportación (retenciones). Según Ginestet, esto se traduce en una caída considerable de los ingresos para los productores, que deben enfrentar, además, costos elevados en dólares debido al nuevo panorama cambiario. A pesar de registrarse una baja en los precios de algunos insumos, como los agroquímicos, los costos como fletes y cosecha, se han incrementado en un 60 a 70%. Este aumento en los costos operativos es lo que, en palabras de Ginestet, ha generado una “competitividad muy pobre y en muchos lugares, prácticamente situaciones de quebranto”.

El dirigente ruralista también destacó que no hay mucho que se pueda hacer una vez que la campaña está avanzada, más allá de tratar de achicar algún costo. “Ahora el productor va a buscar alguna manera para tratar de ver de cómo achica algún costo, pero ya es muy poco lo que puede hacer”, agregó Ginestet, quien también lamentó que los precios de los cultivos como el trigo han caído considerablemente: “Cuando se sembró el trigo estaba a 240-250 dólares la tonelada, ahora se está cosechando con un trigo de 190 dólares, lo cual claramente hace caer mucho el ingreso que tiene el productor”.

Para mensurar el peso de los impuestos, el monto tributado en concepto de retenciones por parte del sector agroindustrial alcanzaría los 5.500 millones de dólares en 2024, lo que representa un aumento del 80% en relación con el año anterior, según estimaciones de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR). A pesar de la recuperación productiva que se observó en la campaña 2023/24, esta cifra sigue siendo inferior a los ingresos obtenidos en los años 2021 y 2022, cuando los precios internacionales de los productos agrícolas alcanzaron niveles históricamente altos.

En cuanto a la dinámica comercial, los analistas explicaron que la caída de los precios internacionales de las principales commodities, como soja, maíz y trigo, reduce la base imponible sobre la que se calculan las retenciones. A su vez, la menor anticipación de ventas de los exportadores también contribuyó a una caída en la recaudación de derechos de exportación (DEX), lo que generó un nuevo desafío para los productores.

Para 2025, la BCR proyecta un repunte en la recaudación de retenciones, estimando que alcanzará los 8.165 millones de dólares, lo que implicaría un aumento de casi el 50% en comparación con el monto recaudado en 2024. Sin embargo, los analistas advierten que esta cifra seguirá siendo inferior a la de los años 2021 y 2022, cuando los precios internacionales fueron mucho más altos.

De acuerdo con los expertos, la recaudación por retenciones dependerá de cómo se comporten los exportadores en cuanto a la declaración anticipada de ventas (DJVE).

Si el patrón de ventas anticipadas de 2023 se repite, la recaudación de DEX podría alcanzar los niveles proyectados. Sin embargo, si los exportadores siguen el comportamiento observado este año, con menos ventas anticipadas, la recaudación podría ser menor, rondando los 7.350 millones de dólares.

El panorama para el sector agropecuario argentino sigue siendo incierto. La presión fiscal y la falta de competitividad derivada de un tipo de cambio bajo están afectando la rentabilidad de los productores. Los costos elevados en pesos y en dólares, sumados a la caída de los precios internacionales de las commodities, limitan las perspectivas de mejora para los próximos años.

A pesar de las lluvias y algunos indicios de recuperación en la producción, el agro argentino se enfrenta a desafíos estructurales profundos que requieren soluciones más allá de la coyuntura. Las retenciones y la presión tributaria siguen siendo las principales barreras para el crecimiento y la competitividad del sector, lo que plantea dudas sobre el futuro de una industria clave para la economía argentina, que le da sustento a buena parte del andamiaje estatal a través de la riqueza que proporciona vía impuestos, y también al privado en la generación de valor.

El campo, como lo expresó Ginestet, se encuentra “en una época a nivel mundial donde los tres commodities están con precios que son bajos, los más bajos de los últimos cinco años”. En este contexto, el desafío será encontrar una salida para mejorar la competitividad sin recurrir a más aumentos impositivos que sigan limitando la rentabilidad de los productores.