Tras la renuncia del ex intendente Ricardo Curetti al Partido Justicialista (PJ) de Patagones, el liderazgo recayó en un dirigente vinculado a SUTEBA, hombre de Baradel, alineado plenamente con el actual gobierno de Marino. Esta nueva conducción, proveniente del ámbito sindical, mantiene una relación de afinidad con el oficialismo por ser sindicalismo puro, lo que marca un giro significativo en el PJ local.
Crisis de identidad y falta de conducción
El PJ, sin la figura de Curetti, parece carecer de una razón de ser clara. La convocatoria que realizan dos veces a la semana es escasa y se limita a círculos íntimos, integrados principalmente por ex militantes de La Cámpora y el Frente Renovador, lo que evidencia una fragmentación y debilitamiento del partido. La salida de Cinirella expuso aún más la ausencia de un liderazgo sólido y una estrategia política definida por parte de los sindicalistas.
Durante 16 años, Curetti dominó el escenario político local sin mayores inconvenientes, consolidando su poder. Su anuncio de regreso generó una fuerte convulsión interna, demostrando que su influencia sigue vigente y que el PJ no ha logrado construir una alternativa capaz de reemplazarlo. Intentos como nombre propios por ejemplo Zara de emular a Curetti fracasaron, en gran parte porque no cuenta con un respaldo electoral sólido: su primera reelección fue por un margen mínimo de 38 votos y la segunda la perdió por más de 400 votos frente al sindicalista y hoy intendente, Ricardo Marino.
Perspectivas electorales y estrategia futura
Con las elecciones legislativas próximas, el panorama es desalentador para el PJ de García y el intendente. Los espacios espacios políticos locales restantes parecen no estar dispuesto a competir este año, prefiriendo reservar fuerzas y recursos para las elecciones de 2027. Esto refleja una etapa de pausa y reconfiguración política en Patagones, donde el oficialismo de Marino y el actual PJ de García tendrán lugares de sobra dado que pocos quieren pegarse al oficialismo.
Conclusión
El PJ de Patagones atraviesa una profunda crisis de liderazgo y definición política tras la salida de Curetti, con una conducción actual subordinada al oficialismo de Marino y sin un proyecto electoral competitivo. El fracaso del actual gobierno causa una hegemonía por el desinterés de todos los espacios en participar activamente en las próximas elecciones, lo que plantea un escenario alarmante y solitario en manos de Marino y García.
